✨Especial Nochebuena✨

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¡Hooola! Menudos días más felices estamos pasando todos. Pero mañana es especial, porque es Navidad, es decir, Jesús ¡ha nacido! Qué gran noticia. 
Os traigo una entrada para que tope esos planes ideales que estáis haciendo. 

Dejo aquí el índice de los apartados:

1. Top 5 canciones Navideñas.

2. Top 3 películas que debéis ver en esta época. 

3. Top 5 regalos para los Reyes Magos. 

4. Cuento para vivir estas Navidades. 

1) TOP 5 CANCIONES NAVIDEÑAS:
1--> All I want for Christmas (Mariah Carey)

2--> Underneath the tree (Kelly Clarkson)

3--> Last Christmas (Wham! /Ariana Grande)

4--> Rockin´ around the Cristmas Tree (Brenda Lee)

5--> Christmas Tree Farm (Taylor Swift)

2) TOP 3 PELÍCULAS QUE DEBÉIS VER ESTA ÉPOCA

1--> Arthur Christmas

2--> El Grinch

3--> Rodolfo el reno

3) TOP 5 REGALOS PARA LOS REYES MAGOS

1--> Entre otras muchas cosas que me he pedido, destaca la de una caja fuerte con código, para configurar uno y poder guardar diarios, etc. 





2--> También me he pedido bandejas para organizarme los estudios y tener todas las asignaturas y sus proyectos clasificados. 





3--> Una radio es algo esencial en mi vida: para escuchar +noticias +música. Por ello, figura en mi lista de regalos. 


4--> Como siempre estoy pendiente de la hora y no tengo reloj, lo lógico es que me pida uno, ¿no? Pues eso es lo que he hecho. 
5--> Y por último y no menos importante, una bicicleta de carretera para afianzar mi hobby más querido: el ciclismo. 
4) CUENTO PARA VIVIR ESTAS NAVIDADES: está hecho por mí, con la mejor intención

LA VERDADERA ESENCIA DE LA NAVIDAD

Las campanas repicaban y el valle estaba lleno de luces rojas, azules, verdes y amarillas. Se oían villancicos y panderetas que los acompañaban apasionadamente. En la plaza habían montado un pequeño Belén con figuras de arcilla sonrientes y más a un lado se erguía un pino con plateados espumillones.

Varios grupos de niños pequeños corrían tras los adolescentes, con gran admiración por su parte, pidiéndoles que lanzasen fuegos artificiales: “¡Ese rojo grande de ahí! ¡El turquesa será el más bonito! ¡Tira el verde! ¡El verde!”

Los jóvenes no se lo hacían repetir dos veces y con grandes aspavientos prendían la mecha de los fuegos, para luego alejarse corriendo a refugiarse tras unos árboles.

Desde una montaña muy alta un personaje achaparrado con un gorrito verde les contemplaba con satisfacción. Se dio media vuelta y descendió por el otro lado de la montaña. Al llegar a una entrada de piedra, tocó al timbre y otro individuo, semejante al primero como dos gotas de agua, le abrió la puerta: - ¡Santo y seña! – Dijo con sorna. – Duende Cornelius; Rango 7; felicem natalem Christi.  – El segundo abrió la puerta de par en par: - ¡Cornelius! ¿Qué tal la expedición?

-Están celebrándolo por todo lo alto, como siempre. Todavía no han olvidado que estamos celebrando el Nacimiento del Salvador. Si te soy sincero, Phoenix, no sé por qué hacemos esto todas las Navidades: - ¡Cuidado! – dijo Phoenix, asustado. – No quieras que El Jefe Hagen escuche eso. Anda, pasa para dentro. ¡Hay una gran fiesta! – Y cerraron la puerta tras de sí, dejando la montaña sumida en un agradable silencio.

Si acaso los duendes obedeciesen las reglas, la que más cumplían y temían era la de hacer expediciones todas las Navidades al Valle Soleado. La historia es la siguiente:

 “Era una fría tarde de invierno: de estas que tu aliento se congela formando pequeñas nubecitas y las narices se ponen rojas cual tomates. Sin embargo, era especial, pues era el cumpleaños de Jesucristo y esto merecía una gran celebración.

El Jefe Hagen de un pequeño pueblo de duendes había salido a tomar el aire y a fumarse una pipa, cuando una agotada paloma mensajera llegó batiendo las alas con pesar. En la pata llevaba atado un pergamino con pinta de haber pasado muchos aguaceros y tormentas. Cuando El Jefe Hagen lo desenrolló consiguió leer a duras penas:

<<Estimado Jefe Hagen:

Si este pergamino ha llegado a usted a través de una paloma mensajera, por favor, acuéstala en un palomar y proporciónale la comida necesaria para su pronta recuperación. Ya se han oído los rumores de los fantásticos cocineros que tienen a su disposición.

Al grano: esto es un aviso. Le escribimos los duendes de Occidente, para advertirle de un grave problema. Los humanos occidentales están empezando a olvidar la verdadera importancia de la Navidad: ¿se puede creer que para algunos el significado del Adviento es comer chocolatinas diarias? ¿Se imagina que solo les dan importancia a los regalos? Pues esto no es todo: varios han sustituido a los Grandes Reyes Magos por un tal santa-no-sé-qué. Y esto solo es el comienzo: ya predigo que en El Valle Soleado va a ocurrir lo mismo. Tengo solo tres palabras para usted: NO LO PERMITA.

Atentamente,

Jefe Andrew; Rango 1; felicem natalem Christi.>>

El Jefe Hagen obedeció las órdenes respecto a la paloma y luego procedió a redactar una larga lista con el número de asignados para hacer las expediciones de cada año al Valle.”

Pero estas Navidades eran diferentes: en el ala sur del Soleado, todas las luces estaban apagadas. Si hubiesen enviado a un duende más experto y con un oído más agudo que Cornelius, a lo mejor hubiese podido distinguir las siguientes conversaciones:

- ¿Veinticinco de diciembre? ¿Qué es lo realmente importante hoy? Mamá, lo que yo quiero es que llegue el seis de enero y nos traigan los regalos. – O quizás hubiese escuchado: - ¡Vaya! Las figuritas del Belén están muy envejecidas. Es igual, con que tengamos el árbol, ya nos basta… - Y esto era alarmante.

Afortunadamente, una cabra muy vieja y sabia lo había oído todo, y corrió a decírselo al pequeño pueblo de los duendes.

 Por desgracia, el Jefe Hagen no entendía el cabra-parles, y la cabra tuvo que emplear todas sus dotes de gestos para sordomudos. Al final, después de varios intentos el Jefe Hagen logró comprender lo que sucedía y se puso tan nervioso que se desmayó.

Todo había sucedido tan de sopetón que el pueblo entero quedó sumido en desorden y pánico: al Jefe Hagen se le lo habían llevado a su cuarto, situado entre las frondosas ramas de un roble, la alarma roja estaba sonando y la cabra vieja y sabia se estaba comiendo los documentos.

Al final, el segundo en mando, un tal Timothy, reunió a todos los duendes en el comedor y se subió a una silla para quedar por encima de la multitud: - ¡Atención! ¡Escuchad a la autoridad! – Poco a poco, el ajetreo fue disminuyendo.

 – Bien saben todos que no podemos permitir que nuestros primos cercanos, no me refiero a los yetis ni a los trolls, sino a los humanos, pierdan la alegría de un día tan maravilloso como es la Navidad. Por eso, ahora mismo, los mejores arquiduendes* de nuestro pueblo están trabajando en un plan maestro. De hecho – echó un vistazo a la puerta, desde la que un duende le hacía señales- ya tienen algo preparado. – Se bajó de la silla y se acercó a un duende con un sombrero amarillo y de aspecto vivaracho. Por mucho que Sub-Jefes y Sub-Sub Jefes clamasen silencio, el griterío se renovó.

Pero eso no importaba. Porque ya en el subterráneo tres duendes estaban trabajando en un proyecto de salvación. Y ¿Cómo no?, estos tres eran Phoenix, Cornelius y Dylan:

- ¡Duendes! ¡Idea! – Dylan era un duende de pocas palabras, y cuándo decía algo, es que merecía ser escuchado, por ser muy importante: - ¿Reyes Magos? Cornelius; Melchor. Phoenix; Gaspar. Yo; Baltasar. Disfrazar. Meter Grandes Reyes de verdad en un saco. Nosotros hablar con los niños sobre Jesús. Ellos comprender y quererle. Navidad es muy importante. – Phoenix y Cornelius le miraron con los ojos desorbitados: - ¿¡De verdad estás proponiendo secuestrar a los Grandes Reyes Magos? Y lo peor de todo, ¿meterlos en un saco? – Dylan asintió con la cabeza: - Saco oler bien. - Cornelius y Phoenix se miraron conteniendo la risa.

 Al fin y al cabo, eran duendes, y las travesuras eran siempre bienvenidas: - Aceptamos–Los ojillos de los tres duendes brillaban mientras se colocaban las túnicas y las capas. También debieron embadurnar a Dylan en barro y tuvieron problemas para encontrar las coronas: - Habrá que coger la del Jefe Hagen y la de los Sub-Jefes… – Dijo Phoenix con expresión seria. Pero de repente una voz le interrumpió: - Estaría bien que lo pidierais por favor. – Se quedaron helados al reconocer la voz.

*Arquiduendes: duendes que se dedican a la arquitectura.

 

 ¡Era el mismísimo Jefe Hagen! – Hagamos un trato – Dijo – Yo pongo de mi parte las coronas y vosotros me dejáis participar en la misión. – Los demás se miraron, apurados. – Mire, Jefe Hagen, los puestos ya están ocupados… - El aludido les interrumpió con indignación - ¡¿Acaso vosotros no sabéis quién es el Jefe aquí?! Cornelius, tú mismo, ya que eres Melchor, tienes la obligación de dejar que tus superiores tomen las prioridades. – Pero era evidente que Cornelius no iba a dejar a nadie su puesto: - Jefe Hagen, si de veras está interesado en participar, hay una vacante para hacer de paje. – Sentenciada la condena del Jefe Hagen, no hubo más que hablar. Todos los duendes sabían lo terco que podía llegar a ser Cornelius, y ahora mismo, lo más importante para todos era la seguridad Valle Soleado.

Quien hubiese visto la partida, no hubiese podido contener una carcajada: cuatro personajes diminutos, vestidos con ropajes que les quedaban holgadísimos, rodaban cuesta abajo. Tres llevaban coronas el doble de grandes que ellos. La cuarta iba enfurruñada, con un saco a su espalda y prendas ligeramente menos lujosas que las de los anteriores. Estos se trataban, de nuestros duendes.

Una vez que llegaron a la falda de la montaña, esperaron hasta el anochecer. Se fueron turnando para hacer guardia: primero el Jefe Hagen, después Dylan, luego Cornelius y, por último, Phoenix. No fue hasta este cuando se descubrió algo moviéndose en la lejanía: - ¡Ya vienen! – Musitó Phoenix. - ¡Los Tres Grandes Reyes Magos! – Estaban montados sobre unos robustos camellos y ni de lejos se parecían a los duendes. La ruta que seguían a todo galope pasaba justo al lado del campamento que había montado el Jefe Hagen.

Cada duende había escogido un Rey Mago como víctima: - A la de tres, saltamos sobre ellos. – Dijo Phoenix – Una, dos, y… ¡tres! – De lo único de lo que se dieron cuenta los verdaderos Reyes fue de que una pesada sombra oscura les caía sobre sus cabezas.

Pronto el saco estuvo bien cerrado y se lo subieron a uno de los camellos. Cornelius se inclinó hacia el saco: - Tranquilos, en unas horas podréis continuar vuestro viaje. Os vamos a reemplazar en el Valle Soleado estas Navidades para enseñar a los niños a querer a la Virgen, a San José, al niño Jesús… - Y así siguió parloteando un buen rato, hasta que llegaron a la entrada del pueblo.

La primera casa a la que debían enfrentarse era muy hermosa: con flores variopintas en los ventanales y luces navideñas en el tejado: - Bien, manos a la obra – Cogieron una llave maestra que abría las puertas de todas las casas y la metieron por el ojo de la cerradura. Uno a uno, se deslizaron por la pequeña ranura de la puerta entornada y se encaminaron hacia la habitación de los niños.

Cuando entraron, notaron que los dos niños estaban despiertos. Dylan, o Baltasar, retiró las mantas de una de las camas y una niña de unos seis años asomó la carita, alucinada. Phoenix, por su parte, se encargó de despertar a su hermano. Cornelius, al que siempre se le habían dado muy bien los pequeños, tomó la palabra: - Hola mozalbetes. Venimos a ofreceros nuestros regalos y a compartir nuestro conocimiento con vosotros. – La niña, con seguridad e inocencia, dijo - ¿Dónde están los Reyes Magos? ¿Por qué este año solo vienen los pajes? – Los tres duendes se miraron con sorpresa: - Danos un minuto. – Los tres corrieron hasta el saco y sacaron a los Tres Reyes Magos.

Luego les rogaron que entrasen a la habitación y Dylan añadió: - Habladles de el Nacimiento. – Los Reyes se alisaron sus atuendos y les dijeron con una sonrisa: - No os preocupéis. Al fin y al cabo, nos hemos dedicado a esto durante siglos. – Baltasar les guiñó un ojo: - Confiad en nosotros.

La espera fue bastante larga. Los duendes acabaron jugando a las cartas con un mazo que guardaba Phoenix en la manga. Cuando salieron los Reyes Magos les hicieron un gesto afirmativo con la cabeza: - Nos vemos en la iglesia. – Detrás de ellos salieron como balas los niños, y comenzaron a llamar a los timbres de las demás casas. Pronto, toda la plaza de las Palomas, la de enfrente de la iglesia, estaba llena de gente.

Sobre una alfombra roja que habían colocado los aldeanos, se dirigían los Tres a la capilla. Estuvieron hablando con el párroco dentro de la iglesia un rato y luego salieron. Melchor llevaba en sus manos la custodia y Gaspar sostenía la figura del niño Jesús del Belén. Con respeto y adoración las colocaron en una mesa de ébano y se postraron ante ellas. De repente, todos los ciudadanos se arrodillaron y así estuvieron media hora.

Cuando el reloj tocó la una de la madrugada, retiraron la mesa y todos se incorporaron. Baltasar dijo con picardía: - Evidentemente, este año, carbón para todos. – Se escucharon protestas y risas de entre el público. Pero no les importaba. Porque habían descubierto la verdadera esencia de la Navidad. Era que Jesús había venido al mundo, para salvarnos. 

Bueno, frotaros las manos porque llega YA la Navidad. 

Si nos quieres escribir algún correo, puedes escribirnos: unpocodetodooh@gmail.com

Espero que os haya gustado y los más afectuosos saludos de...

Rachel Lyz.

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